sábado, 11 de abril de 2009

Sobre posmodernidad e idealismo

Hace algunas semanas hubiera dicho que si bien el desencanto es una característica que trae consigo la posmodernidad, no es importante la consecuencia de sopesar nuestros intereses con nuestros ideales, el mismo desencanto nos llevará a inclinarnos por los intereses. Sin darme cuenta con esta frase alomejor acabé embarrado del materialismo en su estado más primitivo.

Ahora me doy cuenta de que esta condición, aunque nos empuja a buscar el individualismo, también nos hace reducir el interés de la vida a sólo la importancia de nuestra propia existencia. Aunque sí, claramente he disfrutado de todos los beneficios que nos trae la experiencia de la modernidad sin remordimiento y estoy a favor de la búsqueda del individuialismo, había olvidado el desastre al que nos puede conducir. Si es obvio que este individalismo nos vuelve un poco más libres, con capacidad de elecciones volutarias como un desgarre sobre el comportamineto normal, también nos segrega unos a los otros, sin conocernos, como piezas de mecanismos colectivos.

Quiero decir que cuanto más modernos seamos tal vez seremos más libres, al menos eso nos harán pensar, pero cada vez perdemos más nuestra posibilidad de legado, y que si bien es cierto que tenemos algunos momentos de lucidez, también nos volvemos con más frecuencia idiotas, autómatas atrapados por esa dizque real academia que nos dice cómo hablar y qué decir, olvidando que lo importante es basar nuestras actitudes en iniciativas individuales convergentes, sin juzgarnos unos a los otros partiendo de la idea de que en cuanto más nos parezcamos a esos esquemas construidos por "las academias" mejores seremos. Aunque de hecho nuestra condición posmoderna sí nos empuje en algún momento a decidir: ideales o intereses, bien por los que escogen sus ideales y se mueren de hambre, si no ¿cuál progreso? ¿cuál modernidad?

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