miércoles, 28 de enero de 2009

Apocalipsis Now

Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el infierno le seguía. Apocalipsis, 6:6, 8.

Me encontraba sentado en una mesa llena de bolsas de mujer, una música espantosa retumbaba en mi cabeza al parecer un derivado del reggaetón, una tenue oscuridad asentada con luces multicolores no ayudaba en la escena y para rematar en mis brazos tenía una media de Sol y no una de Corona.

Me trajeron con engaños. Odio este tipo de lugares, pero mi amigo está enamorado de esa yuppie y no me quedó de otra, ansiaba el momento de irme, nadie hablaba conmigo ni tampoco me volteaban a ver, gracias a dios no soportaría tanta presión y menos en un lugar de ese tipo.

Después de 6 cervezas, era lógico que me dieran ganas de ir al baño, al llegar ahí el pasillo que dividía el baños de hombres y el de mujeres estaba lleno de personas haciendo cosas indecorosas, gente fajando, unos bueyes metiéndose coca, mujeres haciendo cola, lo normal en un baño de antro, entre hice lo mío y al salir del baño mire hacia la barra y la ví, estaba con un celular. Era la muerte.

No era la clásica muerte, no quiero que pienses eso, no, era una mujer madura, pero atractiva, pareciese de 30 años, un cuerpo increíble y era simplemente hermosa comprendí totalmente que era la muerte con sólo verla y me dijo: Ven y mira

Y miré y lo vi todo; el principio y el fin de los tiempos, y supe que iba a morir pero no me importó por que todos morirían igual.

Regresé a mi mesa, y tome una botella de la mesa de al lado me la empine y decidí salir al bulevar y vi que todo los sellos se abrieron, la tierra temblaba, los hombres se mataban los unos a los otros,el mar ahogaba la tierra, los santos se vistieron todos de blanco, los reyes caían de sus tronos y la luna se volvió toda como sangre; y por un momento en mi vida fuí feliz y nada me importó.

lunes, 19 de enero de 2009

G. Papini



Sin duda Giovanni Papini es uno de mis autores favoritos, uno de los mejores escritores que he tenido la fortuna de leer, . Leerlo ha sido difícil, pero no cabe duda que solo él escribe como él.

Ahora que nos encontramos en una era digital no tengo más emoción de meterme a internet y buscar un sinfín de cosas que siempre he querido saber, gracias a google, en un click.

Me propuse, por lo tanto, hacer una enciclopedia que no sólo contuviera la materia de todas las enciclopedias, de todos los países y de todas las lenguas, sino que las superase; donde hubiera todo cuanto en ellas estaba disperso y repartido y mucho más; y que no fuera únicamente copia y refundición de enciclopedias viejas, sino un trabajo nuevo, hecho sobre diccionarios, manuales y libros recientes y especiales, de todas cuantas ciencias, historias y literaturas existían.
(Giovanni Papini, Un uomo finito).

No cabe duda que Papini tenía delirios de grandeza, siendo la realización de esta enciclopedia su más frustrado sueño. Tal vez Google sea lo más cercano al sueño de Papini y no digo internet, estoy diciendo Google, el simple buscador de esta empresa ha logrado unir todas las cosas que existen en el mundo y juntarlos en una página de internet, si lo piensas, así, si algo no aparece en google es equivalente a no existir.

Papini no conoció Google, pero Google si conoció a Papini.

martes, 13 de enero de 2009

The passenger

Lo más difícil es siempre el despegue, con él llega esa sensación de estarse elevando como por escalones, nivel a nivel. casi me hace vomitar. Después de eso los vuelos suelen ser tranquilos .

Escogí el asiento junto a la ventanilla, porque después de todo soy un tipo romántico. Empezando el viaje la voz del piloto:

- A nombre de la aerolinea y de un servidor, gracias por su preferencia, que tengamos un buen viaje, y que la fuerza esté con ustedes.

Todavía lo repitió en inglés el pendejo.

- Los pasajeros del lado derecho podrán ver por la ventanilla la ciudad de Morelia, los pasajeros del lado izquierdo podrán ver a la derecha cómo los demás pasajeros observan la ciudad de Morelia. También lo repitió en inglés.

Después de una hora de viaje iba al fin dormido y me despertó lo que el piloto llamaba una ligera turbulencia, aparentemente imperceptible para la mayoría. Conforme el avión avanzaba se agitaba cada vez más y a mí comenzaban a dolerme los ojos.

I am the passenger
And I ride and I ride
I ride through the city´s backside
I see the stars come out of the sky
Yeah, they´re bright hollow sky
You know it looks so good tonight

Y francamente Iggy Pop no me tranquilizaba, asi que me quité los audífonos pero no podía oir nada, sólo un ligero zumbido, para ese momento la turbulencia era terrible y juro que el avión iba en picada, eso decían mis intestinos. Hubiera querido que toda mi vida pasara frente a mis ojos en un segundo como dicen; en lugar de eso sólo podía pensar en una mujer, que me dejó la muy puta.

La risa de un niño en la fila de atrás me sacó del estupor y todo estaba tranquilo de nuevo. Traté de aguantar el aterrizaje con todas mis fuerzas y casi salté cuando el avión se detuvo, nadie parecía haber notado que casi muero.

Ya en el aeropuerto corrí al baño a mojar mi cara, no salía agua de esas llaves automáticas.

-Es como las mujeres, dijo el empleado del baño, si no les pones el dedo abajo no mojan.

Mojé mi cara pálida de susto aún, le dediqué una sonrisa al hombre y me fuí, como si nada hubiera pasado.

viernes, 2 de enero de 2009

Generación inspiradora

En un año medio flojo creo que lo que más me alegró fue haber redescubierto a la generación beat, por accidente Kerouac, Ginsberg y Bukouski (que aunque no es clasificado exactamente como beat, su estilo es similar) me recordaron lo solitaria que es la vida en ocasiones y que tan necesarios son los amigos; me mostraron lo furiosa y desesperada que pueden ser las situaciones en las que nos embrollamos y, que aunque a veces parece que no hay escape eso no es lo que precisamente importa.

Una generación de escritores criticada por muchos por ser "poco comprometida" me ha recordado que lo que importa para este nuevo año es ese espíritu aventurero que nos mantiene libres y sobre todo, nos da oportunidad para soñar.

Nubes Rojas

Las nubes eran rojas. Y era raro ver nubes rojas de noche, pero algo oí en la radio de un fenómeno atmosférico de reflejos y por eso se veían así. Las nubes rojas me pusieron a pensar.

La última vez que la ví fue hace 4 años y también había nubes rojas el ADO estaba vacío, a lo mucho unas 15 personas, un autobús con escalas  con  destino al D.F. la esperaba en el andén número 5. Estábamos seguros de que esta iba ser un adiós definitivo. Un camión al D.F, un avión a España.

Una voz anunció “ADO le da la más cordial bienvenida e informa a los pasajeros rumbo a México Central Tapo,  que él autobús número 213 estacionado en el andén número 5 está próximo a su partida”.  Sentí una gota de sudor en la espalda y sólo pude tomar su maleta para ayudarla. Los labios me temblaban y sentía las piernas de goma, no sabía cómo despedirme.

Me vió y dijó “No estés triste muchacho” y me dio un tierno beso en el cachete. Con una palideciente voz le conteste titubeando “Sabes… todo este tiempo te ame” y ese beso en el cachete se convirtió en el único beso de amor que he tenido en mi vida y abordó el autobús.

Al salir de la central para  tomar un taxi para regresar casa lo primero que hicé fue ver hacia el cielo las nubes eran todas rojas.

Hoy cuatro años después había nubes rojas y me encontraba bebiendo con unos amigos en lo que es la barra más grande del mundo, el malecón, escuchábamos una triste melodía de Frank Zappa Watermelon in Easter Hay. Las nubes tambien eran rojas, obviamente pensé en ella.

Un bocho azul metálico se estacionó justo al lado de nuestra camioneta, unos gritos de mujer provenían de él. Todos volteamos a ver quién era y resultó ser ella. Obviamente ya no era la misma, pero seguía siendo ella. Corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo, no me la podía creer, nos saludamos, me explicó que vinó al funeral de una tía hermana de su mamá a la que no extrañaría.

Entonces lo vi a él, ella se dio cuenta y con un toque de pena me lo presentó, se llamaba Luis, creo,  era un bien parecido españolito me comentó que llevaban 2 años saliendo, mierda pensé, pero así es esto del amor y platicamos un buen rato, hasta el españolito me cayó bien. Después de eso se despidió y quedamos ir a un café.

Un amigo me dio ray a mi casa, no hablamos mucho en el camino. Mientras abría la puerta de mi casa, volteé a ver el cielo y las nubes eran rojas. Pinches nubes rojas.