martes, 27 de abril de 2010

La cancha de fucho


Hoy he vendido mi alma, se la vendí a una persona que me dijo que me daba trabajo, la vendí a buen precio o eso quiero creer.

El calor era infernal, no sé a cuantos grados estábamos, Carlos se limpió el sudor de la frente y con un gesto se lo arrojó a Pedro, este gritó algo como “Chinga tu madre we” y otras suertes de letanías, la verdad, el calor no me dejaba oír.

Caminábamos rumbo a unas canchas de futbol que están detrás del barrio, en cierto punto de la tarde la sombra que caía justo en la portería, era la sombra más fresca de la tarde. Prefiero estar ahí que encerrado en casa donde el calor era más agobiante y aparte no puedo soportar a mis padres, no es qué no los quiera, simplemente no los soporto.

Pedro y Carlos hablaban de un videojuego que suelen jugar todo el día, yo solo escuchaba y trataba de no pensar en el calor, una camioneta de soldados pasó a nuestro lado, se nos quedaron viendo, le pregunté a Carlos que si traía algo, me contesto que no, que ya la había fondeado, pero que tenía un gallo en las manos. Los soldados no hicieron iris y siguieron su camino. Me hicieron la señal.

Desde hace unos años para acá ser adicto se ha vuelto muy difícil, la guerra al narcotráfico solo ha sido un pretexto para abusos militares y judiciales, conectar es cada vez más difícil y eso de ir a los puntos no me da la más mínima confianza, los militares ya han entrado varias veces a la colonia a buscarnos pero no nos ha encontrado. El día que lo hagan será muerte para todos, menos para mí.

“Que pedo, ¿lo prendo?” un simón al unísono. Nos pusimos y el calor disminuyo. El trato estaba hecho solo tenía que hacer una llamada y los soldados iban a caer para arrestarnos a todos y luego liberarme a mí. Pensaba en eso mientras Carlos y Pedro seguían hablando de su videojuego. Decidí no hablar y quedarme callado, total ellos han sido mis amigos de toda la vida y les debo algo. ¿No?

La suerte no existe, el destino sí pero es algo que nunca supe entender, me la vivo en el juego, me encanta apostar, si pudiera apostaría mi alma, aún no encuentro al loco que acepte mi alma en la apuesta.

The Return of a que hora salís por el pan?

Con un aire madchestariano, despues de terminar mi tesis y unos meses en los cuales me dedique a oir miles de discos y leer cientos de libros he regresado a este blog a seguir el trabajo.